Los jóvenes, mujeres y hombres que llenaron las calles del país en 2017 con el objetivo de sacar a Maduro de la presidencia de la República ya no están, se han mudado a otros países, han llevado sus esperanzas en diferentes direcciones. , buscando un nuevo refugio para sus sueños mientras huyen.
La tarea de politólogos, sociólogos, políticos y analistas es determinar los factores contemporáneos que llevaron a la confusión de esta ilusión, pero la realidad es que la mayor parte de la población, los luchadores y el sector libertario que encabezó el movimiento callejero llamado La Solida , fueron movilizados. Sus esfuerzos fallidos lo llevan a la desolación y, desesperado, hace las maletas para viajar a nuevas latitudes.
Las marchas masivas de los primeros meses de 2019 fueron otra cosa, no hubo furia que alimentara el músculo de la protesta activa ni un impulso épico para desafiar los rifles al pecho, un país entero en agonía que ojalá se movilizara y apoyara. El foso de legitimidad democrática que todavía era, en la convicción de que habría una intervención extranjera que nunca ocurrió. Pero no hubo tal disposición para un enfrentamiento suicida a finales de 2017. Había integridad, convicción democrática, sentido de comunidad, ejercicio de la ciudadanía, coraje cívico, pero ninguna motivación para desafiar el poder depredador de la opresión.
Por eso, si bien se promueve la presión callejera interna para coordinar la presión diplomática y económica que es la plataforma de los países aliados, hay que dejar claro que es poco probable que tenga éxito porque el sector civil convocado no está. Largas jornadas en el campo o en todo caso, navega y se sumerge en la dura rutina diaria de ganarse la vida. Es importante, imprescindible tenerlo en cuenta, para no caer en la tragedia encarnada por Gilles de Rhys, famoso como sádico y no como general, que desperdició tiempo, esfuerzo y fortuna intentando reproducir el teatro ambulante. Papel importante en Orleans al mando de Juana de Arco. Asimismo, la oposición no puede dilapidar el poco capital político que le queda tratando de reproducir momentos que ya no están en la agenda del colectivo venezolano, porque cuando las motivaciones colapsan, también colapsan las expectativas, vistiéndose ambos de desesperación.
Sobre la base de este hecho simple y devastador, corresponde a la oposición democrática estar a la altura del desafío y asumir un compromiso histórico para rescatar al país del malestar económico e institucional en el que se encuentra. No debería haber lugar para cálculos grupales o partidistas en este desafío, pero lamentablemente lo hay, para tener éxito en este compromiso es imperativo restaurar la confianza ciudadana en los paradigmas políticos y nuestro rechazo a la tragedia sigue siendo la espada de Damocles. Para avanzar con opciones de victoria, el camino hacia la recuperación democrática es una condición esencial, indispensable e irreversible, que todos los partidos democráticos de oposición estén exclusivamente unidos y con una claridad de propósito que el pueblo venezolano comprenda y comparta.
Ahora vamos al escenario familiar, la elección presidencial donde el régimen se unirá de manera compacta y veremos cómo participará la oposición. Despejar las incógnitas es fundamental para mantener la unidad lograda en las primarias y así recuperar la confianza de los electores. Dios nos ilumine.