No soy producto de mis circunstancias sino de mis decisiones, escribe Covey. Mi abuelo, comerciante, inclinado a la brevedad, tenía una creencia general en la responsabilidad personal, “Él merece su destino” fue su respuesta cuando le contaron las desgracias de algún conocido que el lugar común resuelve con “factores fuera de su control”. voluntad.” ¿Injusto? Es muy posible, existe ese riesgo de generalización. También sabemos que a nivel individual, un número reducido de personas suele verse afectado.
Pero en el campo minado de las decisiones políticas, y más precisamente en las decisiones públicas, que se toman desde el poder, por otra parte, está en juego la suerte de muchos y quizás de mucho tiempo. Estos, contrario a lo que se repite en cierto lugar general, no siempre merecen las decisiones de sus gobernantes y no necesariamente las merecen.
Desde Lasswell se ha enriquecido la comprensión teórica de las políticas públicas, lo que hacen o dejan de hacer los gobiernos. Teóricamente, hay varias etapas en el desarrollo de una política pública. Antes, durante y después.
La etapa prepolítica consiste en la definición de problemas y la generación de problemas, cuando se convierten en asuntos de interés público. A esto le siguen demandas, un poder de decisión y demandas para dar forma a una agenda.
A partir de ahí, se debe pasar de una etapa de estudio, discusión y decisión, cuando se adopta la política pública, al momento en que se inicia la fase de implementación, cuando la política pública puede producir resultados o consecuencias.
La comparación de los resultados y consecuencias de una política pública con metas definidas constituye una cuarta etapa, que es la evaluación. Evaluación normativa, los valores que la definen y la evaluación empírica de sus resultados; sus efectos, simbólicos o reales, directos e indirectos; Sus costes, que pueden ser directos e indirectos, y sus efectos a corto y largo plazo.
Ya sea que se haga o no se haga, hay una decisión involucrada. Puede ser una política pública no hacerlo si así se decide.
Otro tema es la indecisión, porque decidir no hacer es diferente a decidir no hacer. Curiosamente, la indecisión no es rara en esta actividad donde las personas compiten por el poder de decisión y, como es sabido, esto tiene consecuencias. El pueblo puede beneficiarse o sufrir y esto probablemente se deba a la indecisión de sus gobernantes. Porque los que tienen el poder de hacerlo o no saben qué hacer o no quieren hacerlo. También sucede que no pueden hacerlo, y esto se debe a una crisis reconocida o no reconocida, o será parte de las causas complejas de una crisis.
Ha sido y sigue siendo que los líderes no se atreven a tomar decisiones, creyendo que nada pasa hasta que toman decisiones. Pero la sociedad está viva y esa es la naturaleza de sus problemas. La indecisión puede aumentar la dificultad de resolver un problema o complicarlo hasta que se vuelve intratable. Las decisiones no solo deben ser correctas sino también oportunas.
Para ser conscientes de todo esto y contribuir a enfrentarlo, aunque sea modestamente, en el Instituto Fermín Toro de Estudios Parlamentarios hemos adoptado talleres de política pública para que concejales, legisladores, alcaldes y funcionarios locales y regionales analicen los temas sin partido. distinciones y acordar soluciones y formas de implementarlas, evaluando costos y beneficios. Iniciamos con Nueva Esparta, Mérida, Táchira y Zulia, para lo que resta del año planeamos continuar al menos en Cozedes, Barinas y región capital.
Hay muchas cosas que hacer.