– La Prensa – Venezuela –
Mefiboset Era un niño víctima de las circunstancias, un niño que lo tenía todo, pero también lo perdió todo.
Cuando tenía como 5 años, su padre Jonatán y su abuelo Saúl (Rey de Israel) murieron en batalla, y según la costumbre de la época, el nuevo rey mató a toda la familia del antiguo rey para entronizarse con su familia. y le impide reclamar el trono en el futuro.
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Cuando la criada que cuidaba a Mefiboset supo que el rey estaba muerto, corrió con él en brazos para salvar su vida, pero en el camino se cayó y le costó a Mefiboset su pierna. Quedó paralizado.
Marcó tanto su vida que ocultó gran parte de ella, sintiendo que no tenía ningún valor y ¿quién era sino el nieto de un difunto rey?
Una vez que el rey David se sentó en el trono, mandó llamar a Mefiboset y este respondió
entonces David Lo llamó fuera de la casa de Maquir.
Su nombre era Mefiboset, hijo de Jonatán y nieto de Saúl. Cuando se presentó ante David, cayó de rodillas en profunda reverencia.
David dice:
—Saludos Mefiboset
Y Mefiboset respondió:
– Soy tu esclavo.
“¡No tengas miedo!” David le dijo: Te hago misericordia por la promesa que hice a tu padre Jonatán.
Te daré todo lo que poseía tu abuelo Saúl, y comerás conmigo aquí a la mesa del rey.
Mefiboset se inclinó respetuosamente y exclamó:
“¿Quién es tu sirviente para mostrar tanta bondad a un perro muerto como yo?”
2 Samuel 9: 5 – 8
Mefiboset estaba esperando morir primero, ¿qué merecía? Nada, morir por ser enemigo de David.
en eso propio juicio No tenía más valor que un perro muerto tirado en algún lugar donde nadie lo encontraría, tal vez sentía que era peor o olía peor que un perro podrido.
Mefiboset no esperaba misericordia ni compasión, esperaba lo peor y no tenía esperanzas de que el rey elegido viera un futuro en él.
Mefiboset estaba tan lleno de complicaciones que no podía llegar a ninguna parte por sí solo. Yo era completamente dependiente de otra persona Al ayudarlo a transportarse, no había esperanza de que su vida mejorara, sino que esperó el día en que enfrentaría la muerte, creyendo que había nacido para lo peor.
Vivió una vida llena de desesperación, inferioridad y autodesprecio.
Pero un día, Mefiboset vio las palabras más asombrosas pronunciadas por el rey David.
-“Te daré todas tus pertenencias y comerás conmigo aquí en la mesa del rey”-
Y así Mefiboset, sentado a la mesa del rey día tras día, recuperó su identidad (después de todo, tenía sangre real).
Sé que Mefiboset fue diferente después de escuchar esto y, por supuesto, se sintió como un don nadie y un lugar privilegiado en el reino.
Tuvo que aprender mucho en el camino.
Nunca pensó que algún día se sentaría a la mesa del rey. Sin embargo, Dios tenía un plan para Mefiboset, ¡y ya sabemos que su plan es perfecto!
“A veces Dios te lleva muy lejos, no para castigarte, sino para prepararte”.
(Pedro Bial)
Castillo de la Natividad p. (Elegante)
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