– La Prensa – Venezuela –
Obra de www.correodelcaroni.com
El bolívar, la moneda oficial de Venezuela, ha jugado un papel protagonista en numerosas conversiones en las últimas décadas, siendo la última conversión de moneda el 1 de octubre de 2021, cuando se eliminaron seis ceros de la moneda.
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A pesar de estas medidas para estabilizar el valor del bolívar, su uso en las transacciones diarias continúa disminuyendo. Cada vez más venezolanos y empresas apuestan por el dólar, reflejando una realidad económica que se aleja cada vez más del bolívar como referencia de valor.
Según estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV) y análisis de organismos independientes, más del 60% de las transacciones del país se realizan en moneda extranjera. Esto plantea un gran desafío para el gobierno, que se enfrenta a una economía donde su propia moneda está perdiendo relevancia.
Bolívar: una moneda irreal
El fenómeno no se debe sólo a la continua devaluación de la moneda, sino también a la falta de confianza y estabilidad en la economía local. El economista Carlos Núñez señaló que el uso del bolívar se volvió poco práctico a medida que el precio de los bienes y servicios aumentaba rápidamente, especialmente en las compras de alto valor.
A esto se suma la complejidad de manejar grandes cantidades de facturas para pagar en efectivo, lo que ha llevado a los venezolanos a buscar opciones más convenientes para proteger su poder adquisitivo.
Incluso con aumentos del salario mínimo y pagos de bonificaciones en bolívares, la preferencia por otras monedas sigue creciendo.
Al observar este panorama, muchos se preguntan si el estímulo monetario ha quedado obsoleto como herramienta eficaz para la recuperación económica del país. El bolívar, cuyo valor nominal ha fluctuado dramáticamente a lo largo de los años, parece estar perdiendo terreno frente a otras formas de pago. La dinámica actual apunta a una economía verdaderamente dolarizada, mientras el bolívar juega un papel secundario en materia comercial y financiera.
Por su parte, el Gobierno ha defendido la recuperación de 2021 como una medida necesaria para facilitar las transacciones y simplificar el sistema contable. Sin embargo, la realidad muestra que, si bien estas medidas aliviaron temporalmente las actividades cotidianas, no solucionaron el problema de fondo: la inflación y la pérdida del valor del bolívar, que alejaban a la población de su uso habitual.
Una medida nominal sin efectos antiinflacionarios
El 1 de octubre de 2021, Venezuela implementó su tercera reactivación monetaria en menos de 15 años, eliminando seis ceros al bolívar, dando origen al “bolívar digital”. Este ajuste deja atrás el “bolívar soberano” y surge como respuesta a la hiperinflación que azota al país desde 2017. Sin embargo, esta medida, al igual que sus predecesoras, ha demostrado ser un paliativo de carácter nominal que no aborda las causas profundas de la crisis económica, como se destacó.
Para el profesor de la Universidad de Carabobo, tal medida no tiene efecto antiinflacionario ni contribuye a recuperar la confianza en la moneda nacional. “Esta reducción a cero es sólo un mecanismo para facilitar los cálculos contables, pero no resuelve los problemas estructurales de la economía”.
El experto explicó que la reconversión de 2021 fue una estrategia para adaptarse a la dolarización real y la incapacidad de presentar cifras enormes en una unidad monetaria que para entonces estaba muy devaluada.
“La recuperación fue a efectos fiscales, ya que muchas empresas calculan sus ganancias, pérdidas y salarios en moneda extranjera. El Bolívar, desde 2018, dejó de ser unidad de cuenta, reserva de valor y medio de pago”.
Tres reconversiones y 14 ceros omitidos
Desde 2007, Venezuela ha eliminado un total de 14 ceros de su moneda mediante tres reconversiones. Este hecho ha contribuido significativamente a la erosión de la confianza de los venezolanos en el bolívar y a una creciente preferencia por utilizar el dólar como principal medio de cambio.
El primer resurgimiento se produjo en 2008 con la llegada del “bolívar fuerte” que le quitó tres ceros al “bolívar real”. Posteriormente, en 2018, el “bolívar soberano” se redujo cinco ceros más, y en 2021 se restaron seis ceros adicionales para crear el “bolívar digital”.
“Las 14 pérdidas cero en 15 años reflejan un desastre financiero que destruye la confianza y refuerza la percepción de que el bolívar es un activo que se deprecia”, subrayó Núñez.
Según los economistas, el fenómeno del rechazo de la moneda local es similar a la “moneda rechazada” que el filósofo Nicolás de Oresme describió en la Edad Media, cuando las monedas eran adulteradas con metales de menor valor, lo que obligaba a los súbditos a exigir más monedas. para la misma transacción.
La dolarización de facto y sus implicaciones
Cero y dolarización van de la mano en Venezuela desde 2018. Aunque la restauración restableció la posibilidad de utilizar el bolívar, la realidad económica fue otra. La mayoría de los venezolanos reciben sus ingresos en bolívares sólo para cambiarlos por dólares o, cuando no pueden hacerlo, compran bienes y servicios como una forma de protegerse de la inflación.
“Lo que sucede aquí es lo que en economía se conoce como Ley de Gresham, donde la moneda buena (el dólar) desplaza a la moneda mala (el bolívar)”, explicó Núñez.
A pesar de la dolarización, ésta no es homogénea en toda la población. Muchos trabajadores de los sectores público y privado todavía reciben una parte de sus salarios en bolívares, lo que crea una dicotomía entre el mercado laboral y la asequibilidad. “El venezolano promedio recibe sus ingresos en bolívares y los cambia por dólares lo antes posible. Pero no todos tienen acceso a divisas, lo que amplía la desigualdad económica”, destacó el economista.
¿Qué pasó con la inflación?
Una de las principales razones detrás de la reactivación fue intentar reducir la inflación y restaurar la estabilidad de precios. Según estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV), al cierre de 2021 la inflación anual fue del 689%. En 2022, cayó al 234% y se redujo aún más al 190% en 2023. Sin embargo, para Ñáñez, esta reducción no es consecuencia directa del resurgimiento, sino del estancamiento de la economía y los controles del gasto público.
“Lo que se ha logrado es la estabilización de precios, sacrificando el crecimiento económico y la asequibilidad. De hecho, el salario mínimo en Venezuela no ha aumentado en dos años y se mantiene en 3,6 dólares mensuales, el más bajo de la región”. Además, el crecimiento económico del país ha sido mínimo, mientras que los salarios se han revaluado artificialmente con bonos y subsidios que han ningún impacto real en el bienestar de la población.
Resultados fiscales y contables
Desde una perspectiva contable, la reactivación intentó simplificar los cálculos financieros, pero el impacto ha sido limitado. “Las empresas todavía enfrentan dificultades para mantener sus balances en bolívares porque los precios cambian rápidamente y el valor de la moneda es muy volátil”, explica.
Según él, la medida trajo más complicaciones que beneficios, ya que creó la coexistencia de unidades financieras no homogéneas, lo que complicó la interpretación de los estados financieros.
Efecto sobre el poder adquisitivo
El poder adquisitivo de los venezolanos no ha mejorado con la recuperación. “Los venezolanos que en 2021 tenían dos millones de bolívares ahora tienen dos bolívares. Hoy en día, estos dos bolívares no valen casi nada”, afirmó Núñez. A pesar de la reciente expansión de la moneda digital con billetes de 200 y 500 bolívares, valen poco más de cinco dólares y no resuelven la escasez de efectivo en el país. La mayoría de las transacciones son llevado a cabo electrónicamente, lo que convirtió a Venezuela en una economía digital, no por elección propia.
Todo este panorama muestra que la reactivación financiera de 2021 fue una medida superficial que no resolvió los problemas estructurales de la economía venezolana.
“El bolívar sigue siendo una moneda peyorativa con un futuro incierto. Hasta que se corrijan los defectos subyacentes, como la financiación del gasto público con expansión de la liquidez y la falta de confianza en el mercado cambiario, cualquier cambio será meramente cosmético”.
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