Nueva York lanzó el domingo su programa de peajes urbanos para hacer frente a los atascos de los automovilistas que intentan entrar al centro de Manhattan, algo sin precedentes en un país donde las regulaciones automovilísticas son un potencial punto de discordia entre las autoridades locales y el futuro presidente Donald Trump.
La gobernadora demócrata del estado, Cathy Hochul, anunció en noviembre que los automovilistas que ingresaran a la isla de Manhattan al sur del famoso Central Park pagarían un peaje diurno de 9 dólares. Esto incluye barrios famosos como Midtown, Wall Street, Chelsea o Soho.
La controvertida iniciativa pretende reducir la contaminación del aire y al mismo tiempo financiar el metro local, un medio de transporte utilizado por unos 4 millones de personas cada día y constantemente criticado por su coste (2,90 dólares por viaje) y su obsolescencia.
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Se trata de un peaje inferior a los 15 dólares ofrecidos en el plan anterior, cuya implementación fue suspendida por Hochul en junio, citando “muchas consecuencias imprevistas para los neoyorquinos”.
Su implementación a menos de dos semanas de la toma de posesión de Trump no es insignificante porque el proyecto requiere la aprobación del presidente estadounidense.
Sin embargo, si bien el Gobierno del demócrata Joe Biden se mostró a favor, el futuro presidente expresó su “fuerte oposición” al peaje urbano y afirmó que “afectaría a trabajadores, familias y empresas”.
Hochul quiso presionar al líder republicano para evitar que vetara la iniciativa.
Pero la disputa promete y parece que se intensificará en las próximas semanas y meses.
Los congresistas republicanos se dirigieron a Trump y le pidieron que cumpliera su promesa de vetar el proyecto.
Las ciudades vecinas de Nueva York se oponen firmemente al peaje, creyendo que tiene un efecto perjudicial en sus negocios y en la capacidad de sus residentes para conseguir empleo en Manhattan.
Con información de AFP.