De niños nos hablaron del llamado de Dios al sacerdocio. Hubo sentimientos, incluso encuentros.
La primera película de Avatar dejó, al menos en mi conciencia, una forma de superar las restricciones que nos impone el establecimiento actual. Para el Marine en silla de ruedas que logra caminar, correr, sentirse en otro cuerpo.
Comunicarse con la naturaleza, especialmente con árboles y animales. Estar en armonía con otras criaturas en la creación puede parecer mera ficción, pero son más que eso. Pueden ser aspiraciones, ilusiones o vivencias que llevamos muy dentro.
Hace muchos años, leyendo un libro de Saramago, sentimos la importancia de los signos. Los mensajes que esperamos, no sabemos por que camino y nos llegan Tenemos que estar alerta con nuestros sentidos y nuestro corazón abierto solo para atraparlos. Esta idea entre la ficción y la realidad.
De niños nos hablaron del llamado de Dios al sacerdocio. Hubo sentimientos, incluso encuentros. Los síntomas no se pueden forzar. Solo mirándolos, preguntándonos y decidiendo si recibimos el mensaje que parece simple y simple. Ningún rugido y se fueron de la misma manera.
Quizás el poder de los que nos han precedido, los que nos aman, las personas más cercanas, el poder que nos protege, nos guía, como creemos desde que éramos hijos de ángeles guardianes personales.
Estos signos y mensajes vienen para los hombres, pero vienen para los hombres. Hemos creído desde niños, quizás por las grandes hazañas de nuestros grandes hombres, que nuestro país está llamado a un gran destino.
Ese destino debe ser la paz, la unidad, la acción, la vida digna con la participación de todos. sin excepción En particular, necesitamos escuchar, captar las señales y mensajes que a veces nos envían las buenas energías que nos quieren bien, y determinar qué nos hace sentir mejor.
Esta decisión, si es correcta, puede elevarnos o, si es incorrecta, puede hacernos retroceder. Donde no podemos equivocarnos es capturar el momento del conjunto. Somos los líderes que deben ser atrapados primero. Sería grave que el colectivo así lo hiciera y se desprendiera de ese deseo y esperanza de liderazgo.
Como canta Violetta Parra, los individuos y las personas deben estar preparados para “volver a recibir signos sin convertirse en eruditos calificados”. La energía que nos rodea.
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