La historia comienza el 19 de febrero de 1868 en Miranda, cuando nace Don Nicanor Ochoa, de familia humilde y trabajadora, experto en los trabajos del campo.
Se dice que Nicanor, de adulto, tuvo esposa y varios hijos, pero problemas personales lo obligaron a abandonar el lugar donde se instaló en la ciudad de Nirgua, donde pasó la mayor parte de su vida. Don Nicanor era un hombre muy elegante y con un gusto excepcional para las mujeres.
Es conocido por sus maneras de inclinarse ante ellos con dulces que regalaba en pañuelos blancos que se sacaba de la boca para impresionar al público.
Otro truco famoso suyo era sacar serpientes de la nada, que mantenía en su lugar, lo que generó conmoción entre los lugareños y ahuyentó a quienes intentaban matar al animal.
Café, cigarrillos, mujeres y dulces de coco eran los únicos vicios de este incomparable anciano.
Don Nicanor Ochoa.
Fue un gran orador y sanador que se hizo famoso por sus grandes curaciones y ayuda en los partos.
Tenía también la calidad de partera, trabajaba la tierra y obtenía innumerables beneficios.
Según cuentan, uno de los dones de este curioso personaje fue la capacidad de determinar el tipo de enfermedad que necesitan las personas a partir de muestras de orina.
Su especialidad era la mordedura de serpiente, entregaba a sus pacientes un pañuelo blanco que les decía que colocaran sobre la herida, y al día siguiente curaba estas dolencias con ungüento y oración.
¿Qué regalo recibió don Nicanor Ochoa?
Don Nicanor durante su vida supo aprender los secretos de las hierbas las cuales utilizó en numerosas ocasiones.
Sanó las dolencias de muchos habitantes del pueblo que acudían a él en busca de curación de sus dolencias.
También poseía poderes clarividentes y curaba mediante la oración y su pañuelo blanco irrompible.
Aprendió a curar el mal de ojo de una de sus cuñadas y practicó su arte con plantas.
Hoy, muchos años después, el primer censo del patrimonio cultural de Venezuela declaró patrimonio cultural del pueblo de Nirgua conocido como “Curandero del Pueblo”.
Una cita favorita del difunto Don Nicanor Ochoa es “Aves marinas en tierra… urracas seguras”.
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