– La Prensa – Venezuela –
El 26 de noviembre de 2001, cuando comenzaban a asomar los primeros sutiles rayos de sol, con un silencioso soplo de viento que me invitaba a pensar en el amanecer, miré su rostro por última vez. Te has ido padre, ya no estarás con nosotros, tu tiempo en la tierra ha llegado a su fin. Que difícil es entender, decir adios A quien se ha convertido en parte fundamental de la propia existencia. Cuantas cosas recuerdo de él cada día, sus consejos, sus historias familiares, anécdotas de su juventud, sus estudios, sus amigos, sus sueños y siempre recuerdo alguna frase que me dijo que valora el tiempo. Pasó con todo lo que se nos escapa como el viento “La vida es como un soplo”. En ese momento, a veces me molestaba cuando escuchaba esto, pero después de un tiempo me dije a mí mismo: papa tiene razon. Luego valoré más mi tiempo, mi paso por la vida, la cercanía de las personas que quiero, mi familia y mis amigos. Tenía muchos consejos para afrontar esta aventura llamada vida. Recuerdo mi casa y sobre todo diciembre, regalos y visitas de amigos, estaba con mi madre y mis hermanos para llevarles los regalos de Navidad, a qué hora eran, que bonito es recordarlo, era otra Venezuela. mi padre Carlos Liscano Nació el 11 de septiembre de 1924 en Municipio Jiménez, Quibo, poco después del centenario de su natalicio. Estoy seguro de que desde algún lugar del universo, Él nos observa con el poder del amor y nos ve a cada uno de nosotros en nuestro propio viaje existencial. Su ejemplo está grabado en mi memoria como un hombre que no se dejó vencer por las dificultades, que se planteó metas y proyectos y no se detuvo hasta completar lo que se propuso. Y siempre su frase, no pierdas el tiempo. Luchó incansablemente, luchó mucho por lo que consideraba su misión, como médico eligió esa rama de la medicina que siempre me dijo que le causaba mucho dolor, las abandonó porque no había cura para ellas y en los años 50 había. No había esperanza de vida.
Hoy vemos su trabajo, parte de su vida, en una importante institución por la cual luchó incansablemente, donde trabajó como director por muchos años y hoy es un centro de salud muy importante en Barquisimeto, menciono Sociedad Anticancerosa del Estado Lara. Su fundador fue un empresario de grata memoria para todos los larenses, don Jesús María Bermúdez, quien junto a otros ilustres ciudadanos visionarios le dieron la voluntad de lograr su constitución. Se han cumplido cien años del natalicio de mi memorable padre Carlos Liscano Luna (QEPD) y él nos dejó hace 23 años, el 26 de noviembre de 2001, no sólo en las reglas de la vida, sino también un ejemplo de su lucha, integridad, devoción y realización de sueños. Que el sueño se haga realidad, vivir entre nosotros, en una ciudad cuyo cielo dibuja hermosos atardeceres y donde existen diversas instituciones que son frutos y ejemplos de erudición y perseverancia en beneficio de los ciudadanos, que aún sobreviven. En un principio hubo personas que dejaron huellas con el tiempo. Hoy, este importante centro de salud cuenta con una nueva junta directiva que, junto a destacados médicos especialistas, enfermeras y personal administrativo, pone todo su esfuerzo cada día, para que la institución siga prosperando y cumpliendo la misión para la que fue creada. inspirado en los sueños de sus fundadores. Siempre se escucha mucho la frase, “Los hombres pasan y las instituciones permanecen”.Pero éstas no tendrán sostenibilidad en el tiempo si no están dirigidas por personas que realmente quieran amar y comprometerse con la profesión y la organización que lideran. En la memoria de Berquisimeto siempre habrá un lugar para recordar la trayectoria y labor incansable del médico que se caracterizó por su sencillez y sabiduría, llamado Carlos Liscano Luna, y la importante labor en beneficio de la salud, que aún perdura. Firme en nosotros.
Astrid Liscano de Raad
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