
A través de un artículo publicado en el portal web Misión Verdad, la posición adoptada recientemente El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da SilvaBajo ataque contra y contra Venezuela Nicolás Maduro es reelegido presidentePor Venezuela y la extrema derecha internacional.
Las recientes declaraciones de Lula sobre Venezuela en las que propuso repetir elecciones o formar un gobierno de coalición, revelaron una vez más la falta de una estrategia clara y consistente en la gestión de la política exterior del presidente brasileño. La ambigüedad y el desarrollo característicos de los movimientos diplomáticos de Brasilia en los últimos días socavan la posición geopolítica del país sudamericano en el contexto regional y global, considerado protagonista en la construcción de un nuevo sistema internacional (multipolar).
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La combinación de bolsonerismo interno y presión de Estados Unidos en el ámbito internacional es la principal razón del abandono por parte del presidente Lula de la posición inicial de relativa neutralidad en el caso de Venezuela, que reveló un tratamiento dentro de límites estratégicos. Autonomía
Evidentemente, este planteamiento no fue sostenible en el tiempo y, aunque su propuesta sobre la repetición de las elecciones no le dio a Washington el reconocimiento inválido de Edmundo González como “presidente electo”, la percepción de debilidad y falta de autoridad geopolítica para imponer sus criterios e intereses. presión superior.
Desde el inicio del conflicto postelectoral, Bolsonaro ha utilizado la narrativa del supuesto fraude electoral para aprovechar las elecciones municipales de octubre de 2024 en Venezuela. A este sector político de extrema derecha le conviene la estrategia de socavar la imagen de los candidatos presidenciales brasileños en grandes ciudades como São Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, atacando a Lula para posicionarse como mediador en Venezuela.
Asimismo, el bolsonarismo desde la oposición en general y desde el Senado en particular continuó presionando al ejecutivo brasileño durante el anuncio de los resultados electorales del 28J y el posible reconocimiento o no reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente reelegido.
Por otro lado, la fuerte presión internacional a través de múltiples canales diplomáticos, principalmente de Estados Unidos, contribuyó a cambiar la posición de Brasil en la OEA.
La delegación brasileña finalmente cumplió con la resolución del 16 de agosto que buscaba el efecto de aumentar la presión diplomática contra Venezuela, una señal de un cambio radical respecto del respeto a las instituciones venezolanas que caracterizó sus primeras declaraciones.
Perspectivas geopolíticas a corto plazo
Lula parece haber optado por no seguir la lógica geopolítica de los países BRICS+. Los principales socios del bloque, China y Rusia, reconocieron la victoria de Maduro y apelaron a principios de no intervención y respeto a la soberanía nacional.
La ambigüedad del presidente está determinada por su limitado cálculo de la política interna y el mantenimiento de sus líneas de entendimiento y cooperación con Estados Unidos y Europa.
Así, las aspiraciones históricas de Brasil de ser una potencia regional independiente se han visto socavadas por una política exterior con amplios signos de alineación con las potencias occidentales.
El camino que ha tomado Lula con respecto a Venezuela arroja luz sobre si realmente es capaz de lograr que Brasil se convierta en un referente de autonomía geopolítica en el escenario internacional.
Su posición contradice los principios de soberanía y multilateralismo sostenidos por el bloque BRICS+ y socava su capacidad de cuestionar el orden mundial unipolar.
Al sucumbir a la presión externa, Brasil no sólo perdería influencia dentro de este grupo sino que también comprometería su credibilidad como factor independiente en el ámbito internacional.
La cosmovisión pro occidental de Itamaratti ha sido decisiva en todo este contexto. Las presiones internas y externas ya analizadas activaron los resortes ideológicos y prácticos de la institución, lo que dio un nuevo impulso al objetivo común de erosionar el papel de Brasil como líder del Sur Global, para enmarcar al país dentro de la arquitectura de Occidente. La libertad de política exterior se limita a cuestiones económicas y comerciales.
Disparo en la pierna
Independientemente de las razones que motivaron el cambio radical de posición del presidente Luda da Silva en el conflicto postelectoral de Venezuela, los altos costos geopolíticos que implican caer en una posición vacilante en una situación en la que Brasil supo jugar un gran papel en la línea. Con las aspiraciones de las potencias emergentes con proyección global.
La imagen del liderazgo de Lula en Brasil como fuerte y decidido se ha visto comprometida. Su gobierno, en un contexto de altísima polarización política, carga con el peso de una gran vulnerabilidad expuesta por la necesidad de encontrar consensos internos que aseguren la gobernabilidad del país. Esta debilidad compromete la autonomía de Brasil y obstaculiza su capacidad para desempeñar un papel de liderazgo en los asuntos globales.
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Tras la impugnación de Jair Bolsonaro, su misma victoria presidencial en 2022 por el Tribunal Superior Electoral de Brasil, a pesar de un margen de sólo el 1,8%, Lula decidió sumarse al carro del cuestionamiento de las instituciones venezolanas.
En este punto, ante la cuestión venezolana, el presidente enfrenta una encrucijada importante en su política exterior: alinearse con Washington y Bruselas en defensa del llamado orden liberal “basado en reglas”, o priorizar y promover las relaciones con el mundo global. Sur. Un mandato multilateral de BRICS+ basado en el respeto a la soberanía y la no intervención. Las acciones de Lula indican que la primera opción es donde se sentiría más cómodo.
Ciudad de Valencia / Misión de la Verdad