– La Prensa – Venezuela –
Hay muchas formas de vivir o permanecer en soledad. Monjes que lo eligen para sentirse más cerca de Dios. Parias aferrados a un tablón en la inconmensurable soledad del mar. Recuerdo haber tenido una experiencia similar en la presa Guataparo, esperando unos minutos a que el barco que la había dejado allí me llevara. eso sentirse solo Flotando en esas aguas profundas con la única compañía de la cúpula del cielo. Sentí el terror de estar en alta mar. Qué soledad en el claustro, cuando el elegido quiere volver. ¡Cuán solo se siente el pionero cuando no encuentra seguidores para su misión!
A Santa Teresa de Jesús Le gustaban mucho los pleonasmos para enfatizar lo que quería decir, como sus frases, por ejemplo: “soledad única”. No hay duda de que refuerza la sensación. Su discípulo y compañero en la empresa original, San Juan de la Cruz, no se quedó atrás en obligar al lenguaje a decir más, y nos ha dejado un delicioso oxímoron en su inmortal cántico espiritual, “Sound Solitude”. ¡Qué manera de usar la palabra soledad!
Pero nada de eso La soledad de Jesús Oración en el Huerto de los Olivos. En aquella fatídica noche, la última que pasaría vivo en esta tierra y lo sabía, ya vendido por Judas y él también lo sabía, quería orar con su pueblo, con sus amigos más cercanos, con sus apóstoles elegidos y no pudo. t. . Dormieron adormecidos por el vino de la cena. Ni Pedro ni los hermanos Boanerjes, sus favoritos, despertaron. Sudó sangre en esa soledad y dolor. Luego fue al cielo y su padre envió un ángel para consolarlo. Lección para nosotros, nuestra riqueza siempre se convertirá en divinidad.
esto es soledad Jesús En el jardín es la clásica soledad en el acto sexual, debida a la comprensión, a la indiferencia, al egoísmo. Muchas personas sufren de soledad en la vida matrimonial. La pareja, como declaró Jesús, se compone de una sola persona en el matrimonio, pero yo diría que muchas veces la mitad del cónyuge se ha decaído y no hay respuesta más que monólogo o murmullo, no hay diálogo porque uno está absorto. Se suspende el intercambio de periódicos, libros u obras. ¡Oh, qué solitario es estar en un hogar confortable, en un ambiente agradable y sentirse vacío! Ni el lujo ni el dinero le satisfacen. El amor se ha rendido.
Con esto la soledad puede ser el mal del siglo pasado, no sólo para las parejas, sino para toda la familia. Hermanos que viven bajo el mismo techo pero no se comunican. Cada uno está absorto en sus propios asuntos, indiferente a los demás. Soledad que, paradójicamente, ha contribuido a impulsar los últimos avances tecnológicos medios de comunicación. Muchos han señalado el aislamiento que las redes sociales han provocado este problema. Pero tal vez sea hora de silenciar estas críticas y centrarse más en limpiar el mal. Como todo progreso social, el cambio tiene sus raíces en la educación.
Desde el jardín de infancia en adelante, se debe enseñar a los niños a vivir una vida de intercambio continuo. Que descubra la alteridad tanto en el juego como en el conocimiento. Esta presencia del otro debe permear todo aprendizaje. El hombre está completo, está incompleto cuando olvida tu presencia.
Nunca habrá paz ni armonía entre quienes se miran sin mirarse, quienes no comparten risas ni lágrimas, quienes no levantan la mano. La convivencia es un encuentro de intereses, deseos y metas. Un hombre confinado en sí mismo es un pozo de egoísmo. Qué feliz es aquel que sabe decir siempre, confiado y animado, una de las palabras más bellas de nuestra lengua: contigo!
Alicia Álamo Bartolomé
– La Prensa – Venezuela –