– La Prensa – Venezuela –
Cuando era joven, mi hermano, nuestros vecinos y yo inventamos nuestro propio club. Fue llamado club de conejos. No tenía sede: el club estaba dondequiera que estuviéramos. No sólo nos divertimos con juegos, también organizamos obras de teatro y vendimos bocadillos a nuestros padres, tíos y abuelos. Las ganancias se utilizaron para comprar refrigerios para la semana siguiente.
¿Quién fue la obra favorita para realizar? Kri-kri, el grillo cantante, de Francisco Gabilondo Solar. Cada semana los socios del club se reunían para ensayar una nueva obra, que presentábamos en el garaje de mi casa o en el garaje de la casa de mi abuela. En ocasiones especiales, como el día de la Virgen del Carmen -cuando tres amigas íntimas celebraban su onomástica- nos disfrazábamos y preparábamos nuevos decorados con mucha ilusión. Nuestros familiares siempre nos decían lo impresionados que estaban por el talento y la creatividad de los miembros del Rabbit Club. Nos sentimos importantes.
Una cosa que nos hizo más felices fue tener una tarjeta Nos reconoció como miembros de ese club. Los hice en la máquina de escribir Olivetti que me trajo el Niño Jesús por Navidad cuando tenía seis años. Cada uno tenía una foto con los datos y mi mamá los cubrió con papel contact transparente (en ese entonces no existía la laminación).
Quizás se pregunten por qué mencioné Club Conejo… Y hace una semana, Franklin Verjuez publicó una supuesta tarjeta de los años 80 en su cuenta de Instagram que fue acreditada a Edmundo González Urrutia como miembro de la CIA. Tal como lo lees: de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.
En el mundo del trabajo encubierto, si algo es esencial es mantener en secreto las verdaderas identidades de los agentes. Por tanto, es más que imposible agente de la CIA Llevan tarjetas que los identifican. Y no sólo en situaciones encubiertas, sino todo el tiempo. Los agentes de la CIA utilizan identidades falsas y documentos encubiertos para llevar a cabo sus operaciones encubiertas. Estos documentos suelen contener no sólo nombres falsos, sino también ocupaciones ficticias y otra información falsa que respalda la identidad secreta del agente incluso después de su muerte. De hecho, en la entrada del edificio principal de la CIA en Langley, Virginia, hay una pared de mármol blanco cubierta con más de cien estrellas, en las que lucen la bandera de la agencia y la bandera de Estados Unidos. Cada una de estas estrellas representa a un oficial caído de la CIA, pero ninguna lleva su nombre…
La tarjeta en cuestión, supuestamente pertenece a aquel Edmundo González UrrutiaPublicado en 1980 Viene con una especie de código QR que no lleva a ninguna parte (ni app, ni mapa, ni correo electrónico…), y además esos códigos no existían en ese momento, porque eran inventados. En 1994 en Japón.
Nuestra tarjeta Rabbit Club era real. Esta supuesta tarjeta del Embajador González Urrutia es un fraude de Chimba, diseñado para despistar, engañar y desorientar a los electores. Pero ahora nos hemos recuperado del miedo y no creemos en las historias callejeras. El gobierno lo sabe y se está desesperando. Sin embargo, no debemos bajar la guardia. Las bestias cornudas son muy peligrosas… Sigamos por el camino electoral que nos hemos marcado. Hoy los venezolanos somos un pueblo unido en el objetivo de la libertad, nada ni nadie lo detiene.
Carolina James Branger
@cjaimesb
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