Sentí una ira intensa apenas unos días después de que se fue.
José Carlos de Nóbrega, aquel hombre sencillo de nuestra querida Valencia venezolana -de Pocaterra- fue un gran, gran amante y un gran, gran Señor Escritor cuyo genio siempre encontraba un motivo para continuar. Estas tres características suyas estaban bien entrelazadas para crear el ser maravilloso que era y la vasta obra que dejó atrás.
Tres factores fundamentales que se unieron por una sola razón, al igual que la Santísima Trinidad, a la que siempre nombró como tres mujeres, tres amigas, tres libros, tres poemas, tres canciones.
Como escritora enamorada, conocerla y compartir con ella, desde sus sonetos y sus historias, cuentos y poemas se escribieron juntos, fue una verdadera bendición. Algo único, porque era muy diferente a la gran mayoría: un genio que fue más allá de las reglas para establecer un proceso creativo libre, que abarcaba toda la vida, incluyendo lo más profundo, más allá de lo visible a simple vista y que, cuando Se revela y luego se vuelve susceptible de emerger, transformando todo lo que está en la superficie y también a sí mismo.
Escribió compulsivamente decenas de libros, cientos de poemas y cuentos. Asimismo, se enamoraba compulsivamente de mujeres que admiraba por diversos motivos, estaba perdidamente enamorado de guapos hermanos varones, hijos-mascotas y toda clase de objetos que para él eran un misterio inconcebible.
Frases, palabras, personas, cosas, en su esencia fueron vistas a través de los ojos del genio, que nunca dejó de cuidar su apariencia ni de lavar su cabello, a veces muy largo y otras veces cortado con tijeras, Porque siempre estaba apurado por emplear su tiempo en lo que realmente le apasionaba: superar su trabajo. Contribución. Sé parte de la evolución necesaria, transformadora, humana, reveladora y urgente de Venezuela y las letras universales.
Inventa una palabra obsoleta o inventa una nueva, donde y cuando quieras, pon letras mayúsculas al azar, Sea libre en su trabajo literario, abrace la verdad creativa como su razón de ser y luego, escriba y lea compulsivamente, lea y escriba.. Mientras aprendía y enseñaba, al mismo tiempo dio forma a su trabajo diario. Y amar intensamente, con absoluta dedicación, era una condición no está bien Esto funciona.
Era violento sólo consigo mismo, aunque el día que uno de los paisanos de su madre se atrevió a maltratarlo, no pudo contenerse y asistió a su trabajo en una sucursal del supermercado Central Mediterráneo. Mientras que con su tamaño, su voz ronca y su atrevida cara de número 10, infundía una buena dosis de miedo a todos los jefes.s: Ni con pétalos de rosa, ni siquiera con media mala palabra, se puede tocar o señalar a una mujer en su presencia, especialmente si es su madre o una de las Dulcineas del Quijote que busca amor. En la soledad de su casa, donde leía y escribía con avidez y a la que llamaba su “Cueva de Platón”.
Pratibha se enamoraba cada día de la vida, de sus viejos amigos y de los nuevos, de aquellas mujeres que – según él – su trino salvador Dios le envió con el único propósito de hacerlo más digno y hermoso en este mundo. Esa fascinación casi tonta, maravillosa y omnipresente por nuestro muy querido Sr. Escritor fue el hombre-genio que fue, y será para la historia, una parte sobresaliente de la personalidad de José Carlos de Nóbrega.
Me reconozco y reconozco como uno de los amores de su vida, de quien vivió apasionadamente enamorado y con quien convivió a diario en algunas temporadas, a veces en completa monogamia y otras en momentos donde su maravillosa imaginación cambiaba sus diversos amores. hizo ..
Sí, José Carlos amaba la vida y a quienes compartían vida con él, y desde su natural soledad, articuló estos sentimientos con claridad y humildad verdaderamente conmovedoras.
Una vez, en una crisis de nostalgia por mí, como niña-mujer, inmigrante, hija y madre de inmigrantes, le dije que, entre otros acontecimientos triviales de mi antigua vida valenciana, echaba de menos el azucarero que era de mi abuela y otras cosas de mi casa… Me contestó que por cada artículo tenía que escribir un poema o un cuento para mantener vivo ese recuerdo, pero me pareció (entonces, no ahora), que mi solución muy Señor Escritor Platónico era una Una idea un poco loca, pensé. Mi frustración con él, generando un poco de enojo y acusándolo de no entender lo que le estaba diciendo. José Carlos soportó mis travesuras con la paciencia de un sabio muy agradable, y en respuesta a mi despojo escribió un poema desde “Papá Urano” (Él) hasta “Doña Gia” (Yo).

La idea no era tan descabellada, ya que su amiga Sol Linares había publicado un precioso libro de poemas sobre ciertos aspectos de su vida diaria, en este caso la costura. José Carlos me recitó algo sobre tijeras o alfileres, su infinito pudor, su voz de maestra y aún más amor por las mujeres que crearon su especial rompecabezas con nombres y apellidos de escritoras. Entre ellos, Marisela Ron, Rendón Hueso, Laura Antillano…
Su sangre fluyó por sus venas y arterias al ritmo de su amor por las mujeres, sin importar la edad ni los estándares de belleza convencionales. Más allá de las manos, más allá de la boca e incluso más allá de las caderas y los pechos caribeños, que tanto amaba, se enamoró del alma y dedicó horas y horas a esa apasionante pasión.
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El corazón de José Carlos latía de emoción mientras su mano escritora trabajaba duro para capturar las ideas que surgían de su cerebro creativo. Utiliza Internet para escribir e intercambiar ideas instantáneamente con sus lectores. Así le dije una vez que me parecía que sus textos, seguidos de comentarios inteligentes, quedaban ocultos por la compulsión de escribir, y que era difícil encontrarlos cuando publicaba cosas nuevas. Así nació “Salmos Compulsivos Dos”, ya que su primer blog dejó de estar activo hace unos años. Algo que nunca olvidaré es que en las muchas crónicas que publicó me decía frases como “Mi China, qué te parece” o le dedicaba unas líneas a su “Doña Gia”, convirtiéndome en su interlocutor. Este blog se convirtió en libro y ganó un premio literario nacional (Bienal Antonio Crespo Meléndez).
La trilogía especial de José Carlos y su escritora, genio y amante, un niño entusiasmado por las voces de sus maestras y movimientos femeninos, que eran sus amigos, sus colegas, sus vecinas. Como en la vieja canción, encontró el amor en un escaparate, pero tenía la habilidad de sacar a pasear a sus amigas sin romper un vaso y, al mismo tiempo, romperlas todas para salvarlas.
De hecho, es mejor decir que José Carlos fue un Quijote venezolano, un personaje ficticio, que siempre estuvo en búsqueda y defensa del amor ideal. Una profesora de literatura que acabó estudiando inglés y amaba con locura a sus alumnos… porque no conocía otra forma de amar.
Esto, para nuestro gran pueblo, sobrinos, perros y niños, todos eran niños en el mundo. Tenía por esposa un hada madrina, hermosa, gordita y mimada, que cocinaba como una chef y lo mimaba hasta el final, antes y después de que enfermara y perdiera la vista.
Un escritor caballero, es decir, un intelectual torturado -si eso no fuera en sí una redundancia- que caía en vicios como beber o fumar, porque tenía que dejar el mundo de vez en cuando, para distraerse un poco del dolor. Hombre, olvídate de lo difícil que es vivir cuando lo mejor que sabes hacer es trabajar con la cabeza: pensar racionalmente, con humildad, con amor, con sensatez… cualidades que a la fecha de su muerte, en nuestro mundo contradictorio, en cambio, parece mucho pecado.
Como amigo-hermano siempre fue servicial: un hombre que lloraba mucho las tragedias de los demás y soportaba las suyas propias como si fueran poca cosa comparadas con lo que sufrían los demás. Vivía en una pobreza extrema, era profesor de secundaria y carecía de una dieta equilibrada, lo que se combinaba con la depresión, contra la que luchó con seriedad.
Sin embargo, José Carlos de Nóbrega era un lindo niñito de La Pastora, hijo de un empresario y ama de casa, quien luego de enviudar, se armó de valor, salió a trabajar como un campeón para sustentar a sus tres hijos pequeños, y luego salió. con ellos a Valencia, donde compró una pequeña casa en Naguanagua.
José Carlos de Nóbrega fue un adolescente que se convirtió en un gran hombre de letras, con mucho infantilismo en su hermoso corazón: estuvo siempre enamorado de sus maestros y no dudó en admitirlo, salió a la calle a respirar. libertad. Y siempre recuerda a sus amigos, manteniendo viva la voz de su madre, diciéndole que volviera pronto a casa.
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Era un hombre infantil y un niño muy varonil, que nunca se doblegó ante sus valores, por muy grandes que fueran las probabilidades. Fue fiel hasta la muerte a todo lo que amaba y hasta hace poco brindaba con sus hermanos, los escritores Pedro Téllez y Luis Alberto Angulo, recuerda así el poeta Renaldo Pérez.Al igual que su propio padre -José Carlos y sus hermanos fueron asesinados en Caracas siendo niños- a quien abrazó para sentirse protegido y amado.
José Carlos descansó abrazado a las almohadas de las mujeres que lo amaban, reconciliándose así con la soledad. Escribió hasta agotarse y luego envolvió con sus faldas a su esposa Eudy y a su madre Augusta para hacerlas sentir vivas, sonrosadas y dulces. Por fin, de esta manera, podrá conocerse a sí mismo sin dolor, con ellos, siempre bello, fuerte y cálido. Más necesario y mejor que el aire y el pan de cada día.
Marichina García Herrero* / La Prensa – Venezuela
*Periodista, egresada de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela. Narrador, poeta y columnista. Actualmente escribe una novela basada en la Guerra Civil Española y sus poemarios “El éxodo que nos habitan”, con prólogo del poeta José Pulido, y “Desde la vida Entera”, con prólogo de José Carlos De Nobrega. están a punto de ser publicados. .