El nombramiento de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) representa un punto de partida en la reestructuración institucional del país. Una entidad que vele por el respeto a las reglas del juego democrático es fundamental de cara a las próximas elecciones presidenciales, donde el destino de Venezuela se traza según la voluntad del pueblo y los lineamientos constitucionales. Si en el pasado logramos victorias importantes con un solo rector en el CNE, ahora tenemos dos, lo que no sólo es un avance, sino también una forma de recuperar la fortaleza institucional del país. Este nuevo CNE es un hito en la búsqueda de instituciones fuertes e independientes que trabajen por el bien de todos los venezolanos.
Siempre debemos recordar que las instituciones públicas no deben ser meros actores políticos. A pesar de los intentos de los regímenes de utilizarlos con fines propagandísticos, su verdadero objetivo es servir al desarrollo de la sociedad, proteger los derechos y promover condiciones dignas para todos. En línea con lo establecido en nuestra Constitución, la función de las instituciones es actuar por encima de la filiación política. Por esta razón, la transformación que deseamos para nuestra nación exige necesariamente la presencia de instituciones que realmente trabajen en beneficio de los ciudadanos.
Es innegable que el nuevo CNE está lejos de ser perfecto. Sin embargo, debemos tratar de utilizar las herramientas y recursos a nuestra disposición para lograr los mejores resultados posibles, y esto crea un movimiento de esperanza y cambio a raíz de las próximas elecciones presidenciales, en las que los venezolanos podrán votar. Al resumir nuestro futuro, hay que aprovechar cada pequeña oportunidad democrática que aún queda en el país, aprovechando todas las oportunidades posibles para abrir espacios más grandes. Se trata de que tengamos la madurez política para aprovechar cada oportunidad.
Por eso, para lograr la reestructuración institucional de Venezuela, es importante que mantengamos la unidad, trabajemos de manera organizada e incansable en todas las situaciones. Es cierto que puede haber diferencias entre quienes luchamos por la democracia, pero es en esa diversidad donde encontramos la fuerza para superar los obstáculos. El intercambio de ideas se convierte en nuestra herramienta para llegar a las mejores soluciones a los desafíos del país.
La fuerza que nos impulsa a continuar la lucha radica en lograr el retorno de la institucionalidad, conscientes de que ese es el camino correcto para la reconstrucción de Venezuela. Esto se traduce en instituciones fuertes e independientes que nos aseguren que no somos vulnerables y que podemos recurrir a ellas cuando acecha la injusticia.
El nuevo CNE significa una nueva oportunidad para que el país haga valer nuestra voluntad de cambio. La institucionalización que deseamos y exigimos es un objetivo eficaz, sumar esfuerzos y colaborar por una Venezuela que anhela renacer.