El extremismo es una manifestación política muy volátil con elementos de simplificación, maniqueísmo y generalización. A la larga, los guiones se acaban, pues la mayoría se cansa de repetir mentiras y verdades a medias, y la variable más inesperada puede cambiar la situación. Vemos esto en la desaparición gradual del crotchnerismo, que tanto daño ha hecho a Argentina.
Pero también es notable que algo más de un tercio de los votantes en una elección libre en la primera vuelta estaría a favor de la opción más extrema, de una forma u otra.
En 1998 el fallecido teniente coronel Chávez obtuvo una clara victoria con el 56,2% de los votos válidos, pero en ese caso restarle el 43% de abstenciones y cero votos que hubieran puesto patas arriba la historia de Venezuela. Es decir, aquí prevaleció casi un tercio del electorado.
Todo esto indica la gran importancia de la segunda vuelta electoral.
¿Quién se abstiene en Venezuela?protestaEn 1989 estaba José Vicente Rangel, con quién sabe qué motivos. La abstinencia es sólo un “arma” la impotencia de algunos egocéntricos que sobreestiman su propia importancia histórica, o de algunos charlatanes que subestiman su participación social. La abstención tiene peso político sólo cuando constituye una mayoría abrumadora.
El domingo por la noche discutimos con un amigo en Guatemala que no es conveniente convertir una victoria populista en una yihad o guerra santa contra el vencedor. Incluso todos sus seguidores deberían ser despreciados.
Cuando un líder popular es atacado por vulgaridad, apariencia o ignorancia desde el nivel medio, alto o intelectual, se moviliza la solidaridad entre las masas que está implícita. Ahí es donde se produjo el desastre cuando Hillary Clinton alardeó “deplorable“A los partidarios de Trump.
Al público no le conviene despotricar contra un líder ideológico, sino tratar de eliminar políticamente lo peor de su entorno. En Brasil, de manera inteligente y lenta, la atmósfera de Lula se erosionó hasta su etapa anterior, antes de volverse en su contra. Y es bastante contrario a la intuición equiparar automáticamente todas las socialdemocracias con dictaduras hemisféricas, dado que el rango es muy amplio y va desde Lula hasta Boric, todo ello con respecto a los respectivos órdenes constitucionales: parece más prudente subrayar las diferencias que las relaciones. Entre ellos. Los venezolanos tenemos todo el derecho a nuestro gran enojo, pero debe ser canalizado con inteligencia prudente.
antonio a. Herrera Vailant
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