El ajolote, conocido científicamente como Ambystoma mexicanum, es uno de los animales más misteriosos y singulares que viven en México.
Su nombre proviene del idioma náhuatl y significa “monstruo acuático”, pero lejos de ser una amenaza, el ajolote es una de las especies más fascinantes y en peligro de extinción del mundo.
– La Prensa – Venezuela –
Este afibio, endémico de México, se encuentra principalmente en el sistema de lagos y canales de Xochimilco en la Ciudad de México. Se trata de una especie de salamandra que ha fascinado a los científicos y amantes de la naturaleza durante siglos, en parte por su apariencia primitiva y su capacidad única para regenerar extremidades, órganos y tejidos.
Una de las características más notables del ajolote es su aspecto prehistórico. Su cabeza es ancha y no tiene párpados. Sus extremidades están poco desarrolladas y tienen dedos largos y delgados.
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Tiene dientes vestigiales apenas visibles. El principal método de alimentación es por succión, durante la cual se cierran las branquias.
Sus branquias externas parecidas a plumas le permiten respirar bajo el agua, lo que la distingue de la mayoría de las salamandras, que desarrollan pulmones a medida que crecen. Esta característica, junto con sus extremidades cortas y su piel áspera, le da una apariencia que parece anclada en un pasado lejano.
El ajolote tiene un lugar especial en la cultura mexicana. En la mitología azteca, se creía que el ajolote era una encarnación del dios del fuego y el rayo, Jlotl. Su imagen aparece en numerosas pinturas y grabados prehispánicos. Además, este animal ha sido fuente de inspiración para artistas, escritores y científicos a lo largo de la historia.
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