– La Prensa – Venezuela –
Aunque a primera vista el okapi parece un híbrido entre cebra y antílope, su pariente más cercano es la jirafa.
Ambos pertenecen a la familia Giraffidae y comparten características anatómicas como un cuello alargado y una lengua prensil extremadamente larga. Esta lengua, que puede alcanzar hasta 35 cm de longitud, permite al okapi comer hojas, tallos y frutos que crecen en las ramas más altas de los árboles, una adaptación clave para la supervivencia en el bosque.
Su pelaje es marrón, brillante y sedoso, mientras que sus patas tienen rayas blancas y negras como las de una cebra. Estas marcas no sólo son estéticamente agradables, sino que también ayudan a los okapis a camuflarse en la sombra del bosque y a seguir las huellas visuales de sus madres cuando son jóvenes.
A diferencia de sus parientes las jirafas, que suelen formar pequeños grupos, los okapis prefieren vivir aislados, interactuando con otros sólo durante la temporada de apareamiento. Su comportamiento tímido y reservado, junto con su hábitat en lo profundo del bosque, lo convierte en un animal difícil de observar en la naturaleza.
Los okapis tienen hábitos diurnos y pasan gran parte de su día buscando alimento. Gracias a sus resistentes cascos, pueden desplazarse con agilidad por terrenos irregulares y pantanosos.
Pueden emitir sonidos para comunicarse, como clics o infrasonidos, que son inaudibles para los humanos, pero útiles para mantener la comunicación en bosques densos.
Para algunas tribus nativas del Congo, el okapi es considerado un espíritu guardián del bosque debido a su capacidad para mimetizarse con su entorno.
Aparece en los billetes y monedas congoleños como símbolo de identidad cultural y orgullo nacional.
– La Prensa – Venezuela –